He escogido el titulo de la canción de Reyli porque inspira estas letras y tengo fe que por cada persona que la escuche pueda ejercer el poder transformador del arte, me permito tomar como introducción a mis letras un fragmento de la canción:

Pegale a la pared

Las mujeres son el alma de la vida,
la caricia más perfecta, son el aire
Las mujeres son la luz de medio día,
la razón de que este mundo no se acabe

Pégale a la pared, pégale a la pared,
pero nunca a una mujer, nunca, nunca a una mujer

Solo te pido tu respeto
Somos hombres y ellas no son un objeto,
que te cuesta llorar y pedirles perdón
O me vas a decir que te falta valor.

Podría definir el concepto violencia desde diversas visiones y siempre llegaré a un punto crítico que representa la involución de la humanidad, eso es la violencia, una radiografía de la perversidad que puede llegar a habitar a las mentes invadidas de des-humanización y psicopatologías. Considero que la violencia no es solo un tema de estadísticas aunque estas muestran que el 98% de las víctimas son mujeres, porque considero que una sola victima sea mujer u hombre es demasiado, es letal para una familia, una cultura y un colectivo social, pues somos seres humanos dotados de una capacidad prodigiosa que es la de comunicar y comunicar-nos y solo esta razón, debería impedir cualquier acto violento.

Lastimosamente, en plena era del conocimiento, la información y las tecnologías, seguimos viviendo como primates instintivos que matan, violentan, lastiman a otros y otras, mostrando la incapacidad de valorar la otredad y comprender la diferencia, la identidad, los derechos de los y las demás.  Como refiere Axel Honneth: “los procesos de cambio social deben explicarse en referencia a pretensiones normativas construidas en relación al reconocimiento recíproco, en una lucha ético-normativa que permita repensar las relaciones intersubjetivas y aminorar los conflictos sociales”.

En este sentido, es importante mencionar que ni la minifalda, ni el coqueteo natural de una mujer, representa que quiera ser violada o golpeada, la provocación tiene que ver con la patología del violador; la sociedad está llamada a despertar de ese letargo dañino de creer más en los victimarios que en las victimas, la perspectiva de género no es asunto exclusivo de las feministas sino también de los y las periodistas en el manejo de la información, por ejemplo es lamentable que se lean titulares como: “murió en crimen pasional”, “la violó por mostrona”, “le pegó por montarle los cachos”, es hora de que se entienda que el victimario debe cargar con su patología y no hacer de la victima una “victimaria o provocadora”, todas y todos debemos comprometernos con el logro de una sociedad paritaria y en equidad, donde los escenarios políticos, deportivos, económicos, académicos, culturales; reciban a las mujeres que hemos entendido que nuestros roles no se limitan específicamente a las labores domesticas y no nos resignamos a la subordinación, por lo cual, no tememos al poder porque históricamente somos sabias, gerentes, administradoras y organizadoras de nuestro entorno y ninguna transformación nos queda grande, por ejemplo nos dieron acceso a la educación y hemos dado la talla, las estadísticas refieren que son más las mujeres que inician y se gradúan de estudios superiores que los hombres.

Por eso quiero terminar estas letras diciendo que las violencias contra las mujeres metafóricamente son poesías convertidas en desgracias y esperanzas convertidas en torturas. El llamado es a reconocer que no podemos detener el trabajo que se realiza para prevenir y erradicar toda forma de violencia contra las mujeres, porque la sociedad solo puede avanzar si se logra la igualdad y equidad de género donde mujeres y hombres coexistamos en armonía y humanizadamente, no como bestias que se pelean la mejor presa sin importarle la integridad de los y las demás.

No lo olvides, Pégale a la pared pero nunca a una mujer…

Fabrina Acosta

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